CHAGA
El chaga, Inonotus obliquus, es un hongo de la familia Hymenochaetaceae que vive como parásito del abedul blanco y otros árboles que crecen en climas fríos. Conocido como nariz de carbón, rey de las plantas, regalo de Dios o diamante del bosque.
Su aspecto no parece el de un hongo común ya que es una masa negra similar al carbón que sobresale de los abedules. Una vez que infecta el árbol, tarda alrededor de cinco años en desarrollarse.
Se encuentra en bosques de Rusia, Corea y el norte de Europa y Estados Unidos, donde llevan siglos empleándolo por sus cualidades medicinales. Al igual que ocurre con su pariente el reishi, las propiedades nutritivas del chaga ya se conocían en la antigüedad. Constan registros de sus usos desde el siglo XVI, cuando se empleaba en países del este de Europa como remedio para patologías tan dispares como la gastritis, la tuberculosis e incluso el cáncer. De hecho, sus cualidades antitumorales por su contenido en betulina y ácido betulínico se han investigado desde hace décadas, más exhaustivamente desde los noventa. Son compuestos que se estudian como agentes quimioterapéuticos.
En su composición destacan minerales como el calcio, el potasio, manganeso, hierro, cobre y zinc, y vitaminas del grupo B, así como otros componentes tan dispares como los polisacáridos, fenoles, esteroles, ácido pantoténico, dismutasa y ligninas. De la variedad de sus compuestos deriva la cantidad de beneficios que aporta el chaga al organismo, desde la eliminación de gérmenes a la reducción del colesterol pasando por su alta capacidad antioxidante, una de sus propiedades más valoradas en todo el mundo.